
Alicante no solo es sol, playa y un Mediterráneo que brilla con intensidad; es también un destino que conquista por la riqueza de su gastronomía y por la autenticidad de sus bares y restaurantes. La ciudad ofrece un recorrido culinario que va mucho más allá del turismo habitual: cada calle, cada plaza y cada paseo marítimo esconden lugares donde probar desde arroces que parecen obras de arte hasta dulces tradicionales que despiertan los recuerdos más cálidos.
El arroz es, sin duda, uno de los grandes protagonistas de la mesa alicantina. Desde la clásica paella hasta el arroz a banda, el arroz negro o el caldero del mar, la ciudad parece rendir homenaje diario a este ingrediente que se presta a tantas recetas como días tiene el mes. Los restaurantes frente al mar permiten disfrutar de estas delicias con la brisa mediterránea de fondo, mientras los locales de interior sorprenden con combinaciones más innovadoras, donde la creatividad del chef transforma cada plato en una experiencia inolvidable.
No solo de arroz vive Alicante. Sus cafeterías son un tesoro por descubrir. Aquí, probar un café no es un simple ritual matutino, sino una oportunidad para explorar curiosas mezclas y preparaciones que van desde el clásico café con leche hasta bebidas más arriesgadas que incorporan sabores locales o técnicas de barismo de vanguardia. Los jóvenes y los visitantes más curiosos encuentran en estas cafeterías un espacio para relajarse, compartir charlas y dejarse llevar por el aroma y el sabor de cada taza.
Otro punto fuerte de la ciudad son sus panaderías y pastelerías, donde la tradición se mezcla con la creatividad. Productos como la coca, con sus múltiples versiones según la temporada, y la horchata, bebida refrescante que acompaña a dulces y pasteles, son auténticos emblemas de Alicante. Recorrer estas tiendas permite descubrir texturas y sabores únicos, algunos heredados de generaciones de panaderos y pasteleros que han sabido mantener viva la identidad culinaria de la ciudad.
El verano trae consigo un espectáculo que va más allá de la gastronomía: las ‘Fogueres de Sant Joan’, la fiesta mayor de Alicante. Durante esta celebración, las calles se llenan de luz, color y creatividad con enormes esculturas de cartón y madera que centellean y arden en espectaculares hogueras. Las ‘fogueres’ no solo son un deleite visual, sino que también marcan un momento de encuentro para locales y turistas, donde la comida callejera, los conciertos y las actividades culturales convierten cada noche en una fiesta que celebra la vida, el verano y la identidad mediterránea de la ciudad.
Alicante combina la intensidad del Mediterráneo con la calidez de su gente y la riqueza de su cocina. Cada paseo por la Explanada de España, cada terraza frente al mar y cada calle del centro histórico es una invitación a sentarse, probar y descubrir los sabores que han hecho famosa a esta ciudad. Aquí, comer y beber no es solo un acto de supervivencia, sino una manera de vivir, de compartir y de disfrutar de todo lo que el Mediterráneo puede ofrecer.
En Alicante, cada plato cuenta una historia, cada bebida despierta sensaciones y cada celebración convierte la ciudad en un lugar donde la mesa y el Mediterráneo se encuentran de manera perfecta.